Ermita de Santa Cristina

Santa Cristina - Treumal

¿Sabías que...?

los exvotos que encontramos en la ermita eran agradecimientos que hacían los marineros y los pescadores?

Un exvoto es una ofrenda hecha a un santo o una virgen a quien se tiene una devoción especial en señal de agradecimiento y como cumplimiento de una promesa hecha.

Hay muchos tipos de exvotos. Los de temática marinera acostumbran a ser maquetas de barcos o cuadros, como los que encontramos en la ermita de Santa Cristina.

Aquellos navegantes o marineros que se veían sorprendidos por un temporal de mar pedían ayuda divina y hacían la promesa de ofrecer un exvoto si volvían a casa sanos y salvos.

El espacio natural

En este espacio se encuentran dos magníficas playas, la de Santa Cristina y la de Treumal. La mayor parte de la finca, de una superficie de 10 hectáreas, se mantiene como zona boscosa natural, muestra del bosque mediterráneo. Esta alberga gran diversidad de especies vegetales, señalizadas en los puntos más transitados, y fauna autóctona.

La plaza, con su pino centenario, ofrece un mirador excepcional sobre la costa y ha sido marco de muchos actos, como el Consejo de la Generalitat celebrado en el año 1934, según la mayólica que lo conmemora. Cerca de esta plaza se encuentra el mirador Sorolla, espacio desde el cual este pintor creó el estudio que es el fondo del cuadro Cataluña. El pescado, de la colección «Visión de España», de la Hispanic Society de Nueva York. Junto a la playa se ha conservado una caseta de piedra, un antiguo refugio de pescadores con más de ciento cincuenta años.

La ermita

La ermita actual fue construida por los lloretenses con su esfuerzo y medios en 1764, por la devoción que este pueblo marinero siempre ha profesado a su patrona. Este edificio sustituyó a la ermita anterior, que ya existía en el año 1354. Se han localizado restos de la época romana, en que ya debió de existir algún asentamiento. Su estilo es el Barroco propio de la segunda mitad del siglo xviii. El altar mayor es de mármol policromado y alberga la pintura del martirio de la santa. Los mármoles, de origen genovés, fueron donados por un armador de barcos lloretense que residía en Génova, quien los trajo de Italia en sus barcos. Sobre la entrada principal hay, esculpidas en piedra, unas escenas que representan los martirios de Santa Cristina. Guarda las sagradas reliquias de Santa Cristina, patrona de Lloret. Contiene también una importante colección de exvotos de todo tipo, entre los que destacan los barcos del siglo xviii que decoran la nave principal. También es notable su colección de cuadros, el pergamino del año 1422, su archivo histórico y las tablas del antiguo retablo renacentista. La Obrería de Santa Cristina es la entidad que se encarga de su mantenimiento, así como de las tradiciones vinculadas a esta ermita: la fiesta de Els Perdons, la procesión de Santa Cristina, con la regata de S’Amorra Amorra, y el Baile de Plaza o danza de Les Almorratxes.

La procesión del 24 de julio

Cada 24 de julio el pueblo de Lloret sale en procesión marítima con multitud de embarcaciones de todo tipo llevando la imagen y una reliquia de la santa, desde Lloret hasta la playa de Santa Cristina, donde se llega con la regata S’Amorra Amorra, carrera de chalupas (embarcaciones de remo) en la que participan nueve clubs en representación de los antiguos gremios. Se asciende en procesión por el camino de la playa hasta la ermita, con los músicos, la imagen y la reliquia, el sacerdote, las autoridades, las banderas de los nueve clubs de la regata de remo, los obreros o directivos de la entidad, las obreras con los «angelitos» (niños) y todos los acompañantes. Una vez en la ermita se celebra una misa en honor a Santa Cristina y se cantan los gozos. A la salida se prepara un estofado (plato de origen marinero) que se sirve a más de mil personas. Se vuelve a formar la procesión, que regresa a la parroquia de Lloret siguiendo el mismo procedimiento. Hay constancia de esta procesión ya en el año 1607.

El Baile de Plaza

La tarde del 24 de julio, las obreras (cuatro chicas elegidas cada año entre numerosas candidatas) vestidas de gala bailan con sus parejas el Ball de Plaça, danza ceremonial de origen antiguo conocida también como Dansa de les Almorratxes. Una almorratxa es una vasija de vidrio llena de perfume y con una flor blanca que las obreras rompen al lanzarla contra el suelo con fuerza, emulando (según cuenta la leyenda) a una muchacha cristiana que con este gesto rechazó a su pretendiente musulmán, en la época en que los piratas berberiscos hacían estragos en la costa catalana. La danza finaliza con los ocho bailarines cogidos de los brazos dando vueltas alrededor de la plaza. Esta danza ha sufrido transformaciones a lo largo de los siglos. Hay documentos que corroboran su existencia ya en el año 1592. Los nombres de las primeras obreras conocidas datan del año 1764.

La regata S’amorra amorra

Esta regata es una competición tradicional entre los nueve clubs de remo locales que representan los antiguos gremios o cofradías. Consiste en una carrera que se inicia con el trayecto de la playa de Lloret a la playa de Santa Cristina, y a la cual se da la salida cuando se divisa el campanario de la ermita de Sant Pere del Bosc, situada en una colina interior, después de alzar los remos mientras se canta la Salve Regina. Las embarcaciones, situadas en el orden asignado en el sorteo realizado en la plaza del Ayuntamiento la noche del día 23, con tripulaciones compuestas por ocho remadores más el timonero, reman intensamente durante los aproximadamente 2,5 km hasta la playa de Santa Cristina. El ganador no obtiene un premio material; sencillamente logra el honor de la victoria, un honor muy preciado entre los equipos que compiten. La procesión marítima existía ya en el siglo XVI, y las embarcaciones de remo transportaban la comitiva compuesta por los clérigos, autoridades, obreras, músicos y otros. La expresión amorrar significa tocar tierra con la proa de una embarcación. El «grito de guerra» de los antiguos remadores, era «¡Amorra, amorra, sa reliquia! ¡Amorra!». Al parecer, antiguamente, los ganadores recibían como premio un cordero, posible origen del actual estofado que se sirve tras la misa, en la plaza del Pi de la ermita de Santa Cristina. Para finalizar, en la procesión de vuelta hasta la playa de Lloret, tiene lugar una regata con las mismas embarcaciones, pero con tripulación femenina. 

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