Sant Pere del Bosc

Conjunto patrimonial con mil años de historia

¿Sabías que...?

Nicolau Font quería pavimentar el suelo con monedas de oro?

Se explica la anécdota de que Nicolau Font quería pavimentar el suelo de la ermita de Sant Pere del Bosc con monedas de oro. Para eso, le dijeron que tenía que pedir permiso al rey. Si ponía las monedas de cara, a la hora de pisar, la gente pisaría la cara del propio rey. Si las ponía de cruz, la gente pisaría el escudo del país, lo que se consideraba una gran ofensa. La respuesta de Madrid fue que podía pavimentar el suelo pero poniendo las monedas de canto!

Finalmente, Nicolau Font abandonó la idea.

El conjunto patrimonial de Sant Pere del Bosc tiene más de mil años de historia. Sus orígenes como monasterio benedictino datan del año 986, tras un ataque al convento de Blanes. Fue entonces cuando se formó lo que hoy conocemos como Sant Pere del Bosc, aunque en aquel momento se bautizó como Sant Pere Salou, un grupo de edificaciones alrededor de una capilla.

No obstante, los monjes nunca dejaron de sufrir ataques. Especialmente duro fue el ataque que se produjo en 1694, cuando los franceses invasores prendieron fuego al conjunto; esto provocó que, tras haber vivido en Lloret más de setecientos años, los monjes decidieran finalmente marcharse de la población y unirse a la congregación de Sant Pere de Galligants. A pesar de su destrucción, el enclave de Sant Pere del Bosc continuaba siendo un lugar de peregrinaje muy apreciado por los lloretenses, lo que llevó a que, en 1759, se reconstruyera la capilla, obra financiada por parte de la cofradía de pescadores de Lloret, que encargaron un maravilloso retablo barroco, muy parecido al que alberga la parroquia de Cadaqués. Ya en el año 1855, durante la desamortización promovida por Madoz, la reina Isabel II subastó toda una serie de propiedades en desuso de la Iglesia. En Lloret salieron a la venta la ermita de Santa Cristina y la de Sant Pere del Bosc. La población de Lloret, que bajo ningún concepto quería que estos dos parajes pudieran caer en manos forasteras, organizó una colecta popular a fin de reunir el dinero que la Corona pedía. La colecta permitió reunir el dinero suficiente para comprar Santa Cristina, pero no para adquirir Sant Pere del Bosc, finca por la que se pedían doscientos mil reales, una cifra absolutamente desorbitada para la época. El alcalde de entonces, Agustí Font i Surís, decidió escribir a su primo, Nicolau Font i Maig, que se había ido a vivir de muy joven a Cuba, al heredar la fortuna de un tío suyo. Gracias a su administración, esta fortuna se había multiplicado exponencialmente. De este modo, Agustí pidió ayuda a Nicolau, que se la ofreció. Para ello, compró Sant Pere del Bosc mediante un mandato. Nicolau Font, a quien todos llamaban «conde de Jaruco» —aunque nunca aceptó este título debido a sus firmes convicciones republicanas— no regresó de Cuba hasta veinte años después de la compra de Sant Pere del Bosc, hacia 1880. Una vez en Lloret se dedicó en cuerpo y alma no solo a restaurar el antiguo núcleo de Sant Pere del Bosc —que embelleció notablemente con la ayuda de destacadas personalidades de las artes aplicadas como el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, el escultor Eusebi Arnau o el pintor y decorador Enric Monserdà, entre otros—, sino que creó una especie de camino espiritual y artístico entre Lloret y el santuario, levantando en el recorrido importantes monumentos como la cruz de término, el oratorio conocido como Pedró de la Mare de Déu de Gràcia o el monumento que recibe popularmente el nombre de «el Ángel» —estos dos últimos, consagrados a la Virgen de Gracia—. Ya en el siglo xx, Pius Cabañas, descendiente de Nicolau Font, construyó una nueva ala del edificio principal para la instalación de un asilo para ancianos —asilo que recibió el nombre de su tío—. Esta institución permaneció allí hasta la década de los sesenta. A partir de entonces se trasladó a unas dependencias anexas al hospital municipal, donde todavía funciona en la actualidad. Durante la Guerra Civil Sant Pere del Bosc sufrió importantes daños. El más dramático de ellos fue, sin duda, el incendio del altar barroco de 1759. En la actualidad Sant Pere del Bosc, que continúa en manos de los descendientes de Nicolau Font i Maig, acoge un restaurante y un hotel, inaugurados en 1981 y 2011, respectivamente.

 

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