¿Sabías que...?
¿Conocías la existencia de una Ruta Europea de Cementerios? Esta ruta incluye cementerios singulares de Europa, lugares donde descubrir un patrimonio artístico e histórico singular.
Cataluña es la región del Estado español con más cementerios singulares, nueve en total, de los cuales ocho están en la provincia de Barcelona y uno en Girona: el de Lloret de Mar, integrado en la Ruta Europea de Cementerios y la Association of Significant Cemeteries in Europe (ASCE).
El cementerio de Lloret de Mar conserva un importante legado indiano. La reforma de lo que fue el nuevo cementerio fue impulsada a finales del siglo XIX por un sector de la población que se había enriquecido, y que estaba formado, en su mayoría, por familias relacionadas con las Américas, el comercio de ultramar y la consiguiente riqueza que ello generaba.
Desde que se construyó la parroquia de Sant Romà en el siglo XVI, sus alrededores se utilizaban como lugar de entierro. Se propusieron distintas ubicaciones para el nuevo cementerio alejadas del centro neurálgico de la vida urbana. Esta tendencia que se difundió progresivamente por toda Cataluña, principalmente por motivos de higiene pública, no fue bien vista por el poder eclesiástico. Los motivos por los cuales la iglesia estaba en desacuerdo eran fundamentalmente porque consideraba esta medida una voluntad de secularización de la sociedad y un intento de abandono del culto. En el año 1891, se decidió el nuevo emplazamiento para el cementerio. El proyecto se encargó, al año siguiente, en 1892, al arquitecto Joaquim Artau i Fàbregas. La obra del nuevo cementerio fue posible gracias a la iniciativa privada: familias estrechamente relacionadas con el comercio de ultramar y vinculadas directamente con la burguesía barcelonesa, contribuyeron a que arquitectos de renombre como J. Puig i Cadafalch participaran en el proyecto. La organización y distribución del espacio del cementerio está muy bien pautada y organizada. Es como si el arquitecto hubiera trasladado las tendencias urbanísticas de las grandes ciudades decimonónicas al interior de la «ciudad de los muertos»: avenidas, paseos, plazoletas, manzanas de casas… Todo el espacio del cementerio está organizado siguiendo unas pautas de jerarquía social. En la avenida principal encontramos los sepulcros de los comitentes privados, los indianos. A derecha e izquierda de la avenida principal, se distribuyen los hipogeos de segunda y tercera categoría. Alejado de esta zona, hay un espacio destinado a las inhumaciones civiles y otra para los no bautizados. Los monumentos históricos del cementerio han sido recientemente señalizados con paneles explicativos multilingües.
Paseando por la ciudad de los muertos
Panteón Costa i Macià
(Puig i Cadafalch – 1902)
El panteón tiene estructura de capilla de una sola nave. Se observan unas gárgolas y, en el frontón, unos ángeles sostienen guirnaldas de flores, que en la tradición clásica simbolizaban la ascensión del alma. En el interior, encontramos elementos medievalizantes, como la clave de bóveda con calaveras (las cuatro figuras de las danzas macabras de la muerte: la dama, el rey, el papa y el caballero). La reja está inspirada en las antiguas rejas románicas.
Bonaventura Conill i Montobbio:
introductor del modernismo en Lloret
Puede considerarse el arquitecto por excelencia del modernismo en Lloret de Mar. Restauró el interior de la parroquia de Sant Romà, para la cual también diseño y construyó la Capilla del Santísimo y la Capilla del Baptisterio (1916). En sus intervenciones, destaca la utilización de elementos arquitectónicos próximos a la obra de Antonio Gaudí, de quien fue discípulo: el ladrillo rojo a la vista o el trencadís que decoraba todo el exterior de Sant Romà.
Hipogeo Durall i Suris
(Conill i Montobbio – 1903)
Los temas centrales del monumento son el ángel y la cruz. Los dos elementos están entrelazados física (por la parte posterior) y conceptualmente. La cruz es el símbolo de la resurrección que se sirve de la figura del ángel como mediador.
Hipogeu Durall i Carreras
(Conill i Montobbio – 1903)
Observamos una vez más el motivo iconográfico recurrente de Conill i Montobbio: el ángel orando. Gracias a las formas sinuosas de la base, las alas de la figura se integran en la cubierta del hipogeo. Destacan las manos y el rostro del ángel de mármol blanco.
Hipogeo Mataró i Vilallonga
(Conill i Montobbio – 1907)
Podemos observar más claramente la influencia gaudiniana en las formas sinuosas y orgánicas. Como referencias simbólicas, destaca la espiga y la cruz, símbolos de la vida y la resurrección respectivamente. La figura del ángel sigue presente, pero aquí se convierte en una abstracción en las pequeñas cabecitas aladas.
El bien vence al mal
Panteón Esqueu i Vilallonga
(Conill i Montobbio – 1909)
Es una de las obras más complejas. Como motivo destacado, aquí el arquitecto prescinde de la estructura de capilla que caracteriza los panteones. El elemento simbólico más relevante, el dragón, sostiene entre sus garras una calavera y las tablas de la ley partidas por la palabra Lex. El dragón es un animal que pertenece al reino de las sombras, y se presenta amenazante, con la boca abierta. También destaca el arco parabólico sobre el que se eleva orgánicamente la cruz. Estos tipos de arcos reinventados por Gaudí están muy presentes en su obra, como podemos observar en el tejado de la Casa Milà o la Pedrera. La inscripción en la cruz Ego sum Vita nos da la clave interpretativa del conjunto: la dualidad entre el bien y el mal. La cruz es la promesa de salvación y vida eterna; en su oposición encontramos el mal que espera la distracción del incumplimiento de la Ley Divina para condenar al ser.